¿Tienes acné distinto al que comúnmente conoces y ya no sabes cómo hacer para eliminarlo? Puede ser que tengas acné fúngico. No te preocupes, te diremos cómo detectarlo y tratarlo.
¿Qué es el acné fúngico y en qué se diferencia del bacterial?
El acné fúngico no es realmente acné, pero tiene grandes similitudes con el acné común y por eso su nombre. Ambos causan inflamación, enrojecimiento y relieves irregulares. Sin embargo, este tipo de condición se trata de un tipo de infección bacterial que se presenta en el folículo y puede provocar además inflamación y puntos rellenos de líquido.
Más que nunca, es fundamental su correcta detección y no confundirlo con el acné simple ya que los tratamientos son completamente diferentes. En caso de no tratarlo adecuadamente, la condición podría empeorar. La foliculitis no reacciona ante los típicos antibióticos o el peróxido de benzoilo que se usan para el acné convencional.
Los expertos lo han definido como un desbalance ocasionado por el microbioma, que genera una infección folicular. Pero, más allá de su definición científica, ¿cómo se puede detectar el acné fúngico?
Puede ser que tengas esta condición si presentas alguna de estas señales:
- El acné pareciera tener una apariencia más de reacción alérgica, con zonas rojas.
- Los puntos suelen ser de menor tamaño que el del acné convencional y un tamaño más uniforme. De apariencia, parecieran estar llenos de agua y no tanto de sebo. Es similar a un grano rojo con una punta chica de color blanco.
- A veces presentan un pequeño pelo en el interior del grano.
- Pica más que lo habitual en las zonas donde se presenta la infección y se potencia la picazón cuando las temperaturas son más altas. Puede aparecer en zonas poco usuales como axilas, cuero cabelludo y pecho.
- El acné fúngico suele extenderse a lo largo del cuerpo como una epidemia generalizada.
¿Cómo tratar el acné fúngico?
Limpia tu piel: Lavar regularmente tu piel ayuda a eliminar el exceso de sebo y bacteria que podría estar agravando la infección.
No exfoliar de más: Usar productos invasivos y hacerlo de manera brusca provoca que la piel genere más sebo para compensar la pérdida abrupta.
Mantener la piel seca: Especialmente luego de la actividad física es importante secarse y cambiar tu vestimenta así no se favorece la aparición de bacteria.
No explotes los granos: Al hacerlo, el riesgo de expandir la infección aumenta.
Presta atención a su cuidado: Tener un tratamiento erróneo por mal diagnóstico empeora la situación.
No olvides que lo más importante es consultar con un dermatólogo y tener una visita inmediata en cuanto notas imperfecciones en la piel.